EL CASTILLO DE MATAPLANA
El hogar del conde Arnau, señor de Mataplana y el mito catalán por excelencia.
El Castillo de Mataplana es un patrimonio excepcional con un entorno paisajístico de extrema belleza que nos permite recorrer la historia medieval más cercana a través de un mismo hilo argumental. Es un lugar mágico de evocación del pasado, el punto de encuentro con el personaje-mito del conde Arnau.
EL CONDE ARNAU
Condenado a cabalgar eternamente encima de su caballo maldito y rodeado de fuego!
El conde Arnau, hijo de Hugo VIII y Sibil.la de Pallars, vivió en el siglo XIV. Era el señor de Mataplana, y sus dominios se extendían por buena parte del Ripollès. Él y su extenso linaje, además de permitirnos entender nuestra historia medieval más cercana, han generado decenas de leyendas, las cuales han convertido Arnau de Pallars en el mito catalán por excelencia.
Algunos lo presentan como un héroe noble y justo. Otros, lo dibujan como un hombre cruel y despiadado que mantenía relaciones con una abadesa del monasterio de Sant Joan de les Abadesses y que no llevaba a cabo los pagos prometidos. Cuentan que, a causa de estos pecados, fue condenado a cabalgar eternamente por las montañas de la Sierra Cavallera sobre un caballo negro que desprende llamas por la boca y los ojos, siempre estando acompañado de un séquito de perros diabólicos que siembran el terror a cada paso.
EL CASTILLO
Un museo al aire libre que transporta al pasado
Los amantes de la leyenda del conde Arnau no se pueden perder esta maravilla. Los locos por la historia medieval, tampoco. El Castillo de Mataplana era una espectacular construcción románica de los siglos XII y XIII alzado sobre los restos de una torre de vigilancia del siglo XI, a 1.140 metros de altitud, que hoy, «sólo» quedan las ruinas restauradas, pero el paisaje que la rodea, aún virgen, como en tiempos pasados, permite recrear la historia y imaginarse cómo era esta noble mansión fortificada, símbolo del poder señorial de la época.
Los trabajos de excavación comenzaron en 1986 a iniciativa del propietario de los terrenos y finca de Mataplana, el doctor ripollés Eudald Maideu, y bajo la dirección del catedrático Manuel Río, quien ha sido el mayor estudioso del castillo y la estirpe familiar. Arqueólogos, arquitectos y albañiles trabajaron duro en el yacimiento durante más de 10 años, emocionados. Pensaban que el castillo estaba situado a unos 200 metros de distancia, donde se levantó, en el siglo XVI, el Casal de Mataplana aprovechando restos del castillo. Pero, casi por sorpresa, descubrieron que, lo que aparentaba ser una colina del valle de la Espluga, era, en realidad, el Castillo de Mataplana enterrado bajo más de cinco metros del suelo. A estas alturas, es el único ejemplo bien conocido de este modelo de castillo propio del segundo románico.
Un antiguo lugar de desenfreno
El Castillo de Mataplana no es una fortaleza defensiva con aspecto bélico. Era, de hecho, un lugar más cortesano que guerrero, un palacio donde un montón de damas amables distraían la concurrencia. Durante la exhumación del monumento, se han encontrado dados, piezas de ajedrez, monedas y otros objetos que permiten deducir que el Castillo del Conde Arnau se llevaba una vida alegre. Sería una especie de templo de trovadores dedicados al Amor Cortés.
Desde 1320, los Mataplana ya no residían en la fortaleza. Tenían un mejor palacio en la Pobla de Lillet, población fundada por Ramón de Urtx el 1297. La decadencia del castillo vino cuando, el 23 de enero de 1376, Pedro III Galceran de Pinós vendió Mataplana al abad de Sant Joan de les Abadesses.
Un espacio donde se puede tocar la leyenda
El complejo del Castillo de Mataplana, de planta rectangular y unos 550 m2 de superficie, estaba formado por una gran torre rectangular, a la que se adosan dos construcciones más donde estaban las dependencias del castillo, con un patio alargado en el centro que todavía se conserva. También se aprecian las paredes de la planta baja, la muralla y la escalera que accedía a la planta noble desde el patio.
A cuatro pasos del castillo, se conserva perfectamente la iglesia de San Juan de Mata en representación del otro gran poder del momento. Restaurada en 1969, tiene una sola nave rectangular con ábside semicircular y campanario de espadaña.
Del mismo modo, a finales del siglo XIII, a extramuros, coincidiendo con la parte meridional del castillo, se formó un barrio que se cree que perduró hasta la segunda mitad del siglo XIV. Debió constar de unas diez casas rectangulares de una sola planta, con patios sin edificar y huertas. Aunque no ha sido estudiado todavía a fondo, se sabe que la casa número 5 era la del herrero.